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jueves, marzo 28, 2024

Periodista se transforma en prostituta por 21 días y así lo relata, videos incluidos

“Intenté acercarme lo máximo posible a la prostitución para poder vivir en mi propia piel cómo se sienten las chicas y así contar mis sensaciones. Bailé vestida de angelito en una barra, le hice un masaje a un cliente y me atreví a hacer de bandeja humana con el body sushi. Eso me hizo entender que para ser prostituta debes ser mentalmente fuerte”, relata.

“No hay ninguna trampa, lo prometo. En algunos programas esos 21 días se hacen más largos que otros, pero intento sumergirme totalmente en la experiencia y olvidarme de mi vida. De hecho, a veces estoy tan desconectada de mi mundo durante la grabación que ni siquiera llevo móvil personal. Tengo un Nokia súper antiguo de producción (nada de smartphone) para poder ponerme en contacto con el equipo si es necesario”, cuenta la periodista y presentadora de 21 días, Meritxell Martorell, a Vice (ver videos acá).

“Intenté acercarme lo máximo posible a la prostitución para poder vivir en mi propia piel cómo se sienten las chicas y así contar mis sensaciones. Bailé vestida de angelito en una barra, le hice un masaje a un cliente y me atreví a hacer de bandeja humana con el body sushi. Eso me hizo entender que para ser prostituta debes ser mentalmente fuerte”, relata.

Agrega también que “tuve muchísimas sensaciones mientras lo hacía. Sentí vergüenza, impotencia y en algún momento humillación. Estar semidesnuda, sin poder apenas hablar y con makis y wasabi en mi cuerpo mientras varios hombres me miraban, comiendo y disfrutando, me parecía algo realmente embarazoso”.

Sobre si hay algo que destacar de ese mundo, responde que “si lo eres tiene que ser porque quieres de verdad. Hay historias desgarradoras pero también es cierto que hay chicas que aseguran que lo han elegido y que están satisfechas con su trabajo. No tienen horarios, si un día no quieren trabajar no lo hacen y, en el caso (repito), que ejerzan por voluntad propia, tienen libertad de cambiar de club, de moverse de un sitio a otro sin dar explicaciones a nadie”.

La comunicadora refiere además “la cantidad de hombres que pagan por sexo y la variedad de perfiles que hay: hombres casados, chicos jóvenes y guapos, clientes con esmoquin… Sabía que serían muchos, pero verlos allí, día tras día, pagando 50 euros no deja de sorprender. Además piden también una cantidad de servicios increíble: azotes, bailes, sumisión, lluvia dorada…”

Ahonda en la variedad de clientes, y dice que “no hay un único perfil y no se puede generalizar. Jóvenes, mayores, solteros, casados, empresarios elegantes, seguros y discretos y chicos que, para justificarse, vienen con un grupo de colegas y no se acuestan con las chicas hasta que se convencen los unos a los otros, como si eso fuera menos agresivo”.

Sobre los testimonios de las mujeres que ejercen habitualmente este oficio, afirma que le impactó “el de Patricia sin duda…. Es una chica joven que ejerce la prostitución para que a su hijo no le falte de nada. Ella misma dice que no le gusta ser prostituta, pero explica que necesita el dinero para poder ver a su pequeño. Durante el programa ella decidió dejarlo y volver a su país con su hijo”.

Sobre el final de la entrevista, Martorell reflexiona que erradicar la prostitución “es imposible, pero debería regularse de algún modo, porque el oficio más antiguo del mundo sigue estando a la orden del día”.

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